Por fin, un asunto moderno como el matrimonio gay se convierte en tema de campaña. Sucede en las mejores democracias. Cuando los nuevos derechos desafían a las viejas tradiciones, es señal de que avanzamos, con jaladas de orejas y de mechas, pero avanzamos.
Aún hay mucha reticencia al matrimonio en sí, pues candidatos que miran a la Iglesia cual pecadores compungidos (“no voy a pelearme con mi cardenoool”, ha dicho, estirando la o, Alejandro Toledo) no quieren enervarla con la adopción de niños que implica el término; pero hay casi unanimidad en aceptar la unión civil sin derecho a prole propia. Toledo, más moderno y liberal que sus rivales punteros, la tiene por escrito en su plan, Castañeda, Keiko y Humala han dicho que OK, Rodríguez Cuadros propone matrimonio sin cortapisas y PPK ha dicho que no se pueden despreciar “2 o 3 millones de votos” (supongo que su cálculo se basa en la presunción universal, desde épocas de Kinsey, sobre el 10% homosexual de toda sociedad). Al decir esto, a pesar de sus aliados evangélicos, PPK ve a la comunidad LTGB (lesbianas, trans, gays y bisexuales) como la debe ver un político moderno: como electores y sujetos de derechos. Susana Villarán, por ejemplo, le ganó a Lourdes con el voto gay.
Estoy de acuerdo con el matrimonio gay y lésbico a secas, pues cualquier reparo a él entraña una discriminación. Sin embargo, legislar a favor de la unión civil entre personas del mismo sexo será un avance contra la homofobia que ha llegado al extremo del obispo Luis Bambarén exclamando: “No digan gays, son maricones”.
Para los que se quejaban de la proliferación de dimes y diretes personales entre candidatos he aquí un primer debate sobre una propuesta programática: fomentar la no discriminación y la inclusión de las minorías sexuales, de paso que se vuelve a poner sobre el tapete la laicidad del Estado.
Que vengan otros debates sobre temas modernos como: protección del consumidor frente a nuevas prácticas de mercado; despenalización del aborto y difusión de métodos de planificación familiar; legalización de la marihuana; equidad entre civiles y militares; la agenda pendiente de reforma del Estado e impulso a la educación.
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